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Significado, Estudio y Explicación del Versículo 11, Capítulo 31, Libro de Ezequiel del Antiguo Testamento de la Biblia. Autor: Ezequiel.
Versículo Ezequiel 31:11 en la Biblia
‘yo lo entregaré en manos del poderoso de las naciones, que de cierto lo tratará según su maldad. Yo lo he desechado.’
Ezequiel 31:11
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¿Qué significa Ezequiel 31:11?, la importancia y lecciones que podemos conocer de este verso:
Introducción
Ezequiel 31:11 es un versículo que plantea la difícil situación de un poderoso gobernante que ha sido desechado por Dios y entregado en manos del poderoso de las naciones para que sea juzgado según su maldad. Este versículo es uno de los muchos en la Biblia que hablan del juicio divino y la justicia de Dios.
Contexto
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Ezequiel 31 se encuentra en medio de una serie de profecías que el profeta Ezequiel recibió del Señor. En este capítulo, Dios habla sobre el rey de Egipto, quien se ve como un árbol majestuoso y fuerte, pero que en realidad está lleno de orgullo y arrogancia. Dios lo compara con los árboles del Edén y advierte que su caída será tan grande como su altura.
El mensaje de Dios
El mensaje de Dios es claro: el orgullo y la arrogancia nunca llevan a nada bueno. Dios no tolera la maldad y el pecado, y finalmente trae justicia a los culpables. El rey de Egipto ha sido desechado por Dios debido a sus pecados, y será entregado en manos del poderoso de las naciones para ser juzgado.
Aplicación en nuestra vida
Este versículo nos recuerda que Dios es justo y no tolerará el mal. Debemos examinarnos a nosotros mismos y asegurarnos de no estar viviendo una vida llena de orgullo y arrogancia. Debemos ser humildes y entregarnos a Dios, sabiendo que él busca nuestro bienestar. También debemos apreciar la justicia de Dios, sabiendo que él traerá justicia a aquellos que actúan mal.
Reflexión
En resumen, Ezequiel 31:11 es un versículo que habla del juicio divino y la justicia de Dios. Dios no tolera la maldad y el pecado, y eventualmente trae justicia a los culpables. Debemos asegurarnos de no vivir una vida llena de orgullo y arrogancia, y debemos apreciar la justicia de Dios y ser humildes ante él. Debemos confiar en su plan para nuestras vidas y buscar siempre su voluntad.
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