Yojaseban Marcelo Rodríguez

Buenas noches, mis hermanos y hermanas del grupo. Dios les bendiga grandemente a todos.

Bueno, mi testimonio es bastante largo ya que me identifico con varias historias de la Biblia, como por ejemplo: «La locura de Nabucodonosor», «El endemoniado de Gadareno» y el hijo pródigo. Porque al principio en mi juventud, ahora tengo 48 años gracias a la misericordia de Dios, cuando yo estaba en mis años de adolescencia, era un joven muy inquieto y jocoso, y siempre fui muy enamorador de muchachas.

Y bueno, a los 14 años, preñé a una joven de 16 años y mi mamá no quería que yo asumiera mi responsabilidad como papá del niño, porque yo era otro niño. Pero yo le dije que se quedara tranquila, que yo iba a asumir mi responsabilidad. Me fui de mi casa a esa edad temprana y comencé a trabajar con los hermanos de ella que ya eran hombres, en un lugar que llaman la bonanza aquí en Venezuela, que es donde llegan todos los desperdicios, o sea, la basura de todas partes.

Ahí comencé a defenderme solo, viendo cómo hombres consumían drogas y se mataban por una bandeja de aluminio. Para no hacer la historia tan larga, duré trabajando 1 año y en ese mismo tiempo me separé de la mamá de mi hijo varón, y me metí a vivir con otra muchacha también mayor que yo, continuando trabajando duro siendo menor de edad, ya con 16 años. En todas mis relaciones de pareja, tuve otras muchachas y mujeres ya maduras, lo que me traía muchos conflictos de pareja y terminábamos dejándonos. Me creía el rey del mundo y podía conseguir lo que quisiera porque me sentía autosuficiente.

Conocí a una mujer joven y comenzamos a salir. Llevaba una vida desordenada entre las mujeres, el alcohol, las fiestas, los cigarrillos, y andaba armado porque ya a los 16 estaba, como decían en aquel tiempo, emproblemado; pero me sentía guapo y apoyado.

Le dije un día a mi mamá, «no te preocupes, Vieja, que yo con la vida que llevo, no llego a los 18 años», sin pensar que con esas palabras estaba hiriendo a mi madre. La joven de la que hablé anteriormente salió embarazada. Entonces, tocó casarnos, como dicen por ahí, para que la gente no hable y asumir responsabilidad. Pero igual, yo seguía llevando mi vida loca, entre todos los vicios menos la droga. Ese matrimonio duró 11 años de tormento y terminó en muy malos términos; me andaban buscando para matarme y tuve que salir huyendo para Caracas.

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Allá me conseguí con un conocido del barrio donde yo vivía, y me invitó para su casa, donde él vivía con una señora y unos hijos y nietos. Él consumía drogas y me invitó a probarla. Como yo estaba desorientado y molesto porque tuve que salir huyendo, comencé a consumir drogas, aparte de los otros vicios que ya tenía: cigarro, aguardiente, mujeres.

Prácticamente, lo que me ganaba me lo consumía, y después me hice adicto. Me fueron a buscar al trabajo para matarme, pero yo no estaba en ese momento ahí y cuando aparecí, me dijeron y me fui de ahí rápido. Después, cuando llegué a la casa del muchacho donde estaba viviendo, me dijeron que también me habían ido a buscar allí también.

Me fui de ahí y en ese momento, prácticamente quedé en las calles de Caracas. Por ahí comenzó mi calvario, porque trabajaba en el día y en la noche no tenía dónde descansar bien. Así pasé bastante tiempo en las calles de Caracas y después, con el tiempo, me regresé para Ocumare. No quería volver para la casa de mi mamá porque yo le había dado la espalda a mi mamá y a mis hermanas. Decía que mi familia era mi esposa y mis hijas. Por eso decidí hacer un refugio detrás de un basurero que estaba detrás del terminal de Ocumare y duré 8 años como indigente en la calle, consumiendo drogas, bebiendo aguardiente y viviendo y estando con mujeres de la calle.

Hasta el 2014, cuando el Señor me devolvió la conciencia y volví en sí, me devolví para la casa de mi mamá y le pedí perdón. Ahí fue cuando el Señor comenzó a trabajar conmigo.

Después, en otro momento, les cuento todo lo que pasé en la calle y de todo lo que el Señor me guardó, y después que me trajo a mi casa. Luego, les cuento para dónde me llevó y el tiempo que me tuvo por allá hasta que llegué a sus caminos en el 2018.

Analicen este y esperen que les cuente el desenlace de esta historia de vida real, junto a Dios, aunque no lo conocía. Dios les bendiga, y mañana les continúo contando mi testimonio y por qué me identifico con esas tres historias de la Biblia.

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