Ocultar los anuncios de esta página
Si haces clic vas a ocultar los anuncios de esta página, pero recuerda que gracias a los anuncios podemos seguir compartiendo la Biblia gratis con miles de personas cada día.
Si este proyecto te bendice y quieres ayudarnos, puedes
hacerte miembro por solo US$1,99 y leer sin anuncios en todo el sitio.
Ocultar anuncios solo en esta página
Seguir viendo anuncios
Resumir
Resumen rápido de este versículo
La verdad es que este pasaje muestra la fuerza de un encuentro que transforma: Saulo, perseguidor decidido, recibe una luz, escucha a Jesús y queda totalmente cambiado, llamado a ser testigo incluso entre los gentiles; su historia nos recuerda que nadie está fuera del alcance de Dios y que el pasado no anula el propósito futuro. A veces eso implica confrontar rechazo y peligro, como cuando los oyentes quieren matarlo, pero también aprender a usar lo que tenemos —en su caso, su ciudadanía— para proteger la misión. Si buscas dirección o sientes culpa por errores, este relato anima a confiar en la llamada real, obedecer con valentía y seguir adelante; en el fondo enseña que la fe puede dar identidad nueva y fuerza para testificar, pese a las dudas y los ataques.
Escucha el capítulo completo: 🔊
Tu navegador no soporta el elemento de audio.
Escuchar ▶️
Volver al libro Hechos Capítulo Anterior |Capítulo Siguiente
Lee el Capítulo 22 de Hechos y pulsa sobre cada versículo para ver su explicación.
Lectura y Explicación del Capítulo 22 de Hechos:
1 Hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros».
2 Al oir que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Él les dijo:
3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la Ley de nuestros padres, celoso de Dios como hoy lo sois todos vosotros.
4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;
5 como el Sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuvieran allí, para que fueran castigados.
6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo.
7 Caí al suelo y oí una voz que me decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
8 Yo entonces respondí: «¿Quién eres, Señor?» Me dijo: «Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues».
9 Los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron, pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.
10 Yo dije: «¿Qué haré, Señor?» Y el Señor me dijo: «Levántate y vete a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas».
11 Como yo no veía a causa de aquella luz resplandeciente, llegué a Damasco llevado de la mano por los que estaban conmigo.
12 Entonces uno llamado Ananías, hombre piadoso según la Ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí habitaban,
13 vino a mí y, acercándose, me dijo: «Hermano Saulo, recibe la vista». Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
14 Él dijo: «El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, veas al Justo y oigas la voz de su boca,
15 porque serás testigo suyo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído.
16 Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre».
17 Volví a Jerusalén, y mientras estaba orando en el templo me sobrevino un éxtasis.
18 Vi al Señor, que me decía: «Date prisa y sal prontamente de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de mí».
19 Yo dije: «Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti;
20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban, tu testigo, yo mismo también estaba presente y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que lo mataban».
21 Pero me dijo: «Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles»».
22 Lo oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: –¡Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva!
23 Y como ellos gritaban, arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire,
24 mandó el comandante que lo metieran en la fortaleza y ordenó que fuera azotado para que hablara, a fin de saber por qué causa gritaban así contra él.
25 Pero cuando lo ataban con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: –¿Os está permitido azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado?
26 Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al comandante, diciendo: –¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano.
27 Se acercó el comandante y le dijo: –Dime, ¿eres tú ciudadano romano? Él dijo: –Sí.
28 Respondió el comandante: –Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: –Pero yo lo soy de nacimiento.
29 Así que, al punto se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el comandante, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberlo atado.
30 Al día siguiente, queriendo saber con certeza la causa por la cual lo acusaban los judíos, lo soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el Concilio, y sacando a Pablo, lo presentó ante ellos.
Capítulo Anterior |Capítulo Siguiente
Estudio y Comentario Bíblico de Hechos 22:
VIDEO