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Explicación del Versículo 20, Capítulo 3, Libro de Hechos del Nuevo Testamento en la Biblia. Autor: Lucas.
Versículo Hechos 3:20
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¿Qué significa Hechos 3:20?, su importancia y las reflexiones que podemos aprender de este versículo:
Hechos 3:20 y la promesa de envío de Jesucristo
Contexto
Hechos 3 relata la historia del cojo que mendigaba en la puerta del templo de Jerusalén y que fue sanado por Pedro y Juan en el nombre de Jesucristo. Este milagro llamó la atención de la gente, quienes se reunieron alrededor de los apóstoles para entender lo que había sucedido. Pedro entonces les explicó que no fue por poder propio, sino por el poder del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, a quien ellos mismos habían crucificado.
Es en este marco que se encuentra el versículo 20, que se lee de la siguiente manera en la versión Reina Valera 1960: "y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado". Este versículo es parte de un discurso que Pedro pronuncia ante la multitud para explicarles la importancia de creer en Jesús como el Mesías y el Salvador.
La promesa de envío de Jesucristo
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La frase "y él envíe a Jesucristo" es una referencia a la promesa de Dios a través de los profetas de Israel de enviar un Mesías, un Salvador, que redimiría al pueblo de sus pecados y los reconciliaría con Dios. Esta promesa había sido anunciada varias veces en el Antiguo Testamento, especialmente en textos como Isaías 7:14 ("He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel"), Isaías 9:6 ("Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz"), y Miqueas 5:2 ("Y tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel").
Jesucristo, anunciado antes
La segunda parte del versículo 20 dice "que os fue antes anunciado", lo cual indica que Pedro está hablando de algo que ya había sido profetizado y anunciado en tiempos antiguos. En los evangelios se registra cómo Jesús mismo se presentó como el Mesías prometido, y cómo sus discípulos y seguidores lo reconocieron como tal. Por ejemplo, en Mateo 16:16, Pedro confiesa ante Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente".
Relevancia y aplicaciones
Para los cristianos, Hechos 3:20 es una señal de esperanza y de cumplimiento de las promesas de Dios. La llegada y resurrección de Jesucristo son el cumplimiento de las profecías que habían sido anunciadas desde siglos atrás, y que habían preparado al pueblo para su llegada. Además, este versículo es una señal de que Dios es fiel y cumple sus promesas, lo cual es motivo de confianza y seguridad para los creyentes.
Asimismo, este versículo puede ser utilizado como una reflexión sobre la importancia de reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de nuestras vidas. Aunque muchas personas pueden tener diferentes definiciones o conceptos de lo que es un Mesías o un Salvador, la Biblia nos presenta a Jesús como el único camino para la salvación y la vida eterna (Juan 14:6). Reconocerlo como tal implica aceptar su sacrificio en la cruz por nuestros pecados, lo cual nos libera del castigo que merecemos y nos acerca a Dios.
Finalmente, Hechos 3:20 también puede ser un llamado a la acción para los creyentes, para que proclamemos a Jesucristo como el Salvador del mundo y para que anunciemos su mensaje de amor y gracia a quienes aún no lo conocen. La tarea de compartir el evangelio con otros no es sólo responsabilidad de los líderes religiosos o evangelistas profesionales, sino de todo aquel que ha sido tocado por la gracia de Dios y que desea compartir esa bendición con los demás.
En resumen, Hechos 3:20 nos recuerda la promesa de Dios de enviar un Salvador, y cómo Jesucristo es el cumplimiento de esa promesa. Este versículo nos invita a reconocer a Jesús como el Señor y Salvador de nuestras vidas, y a proclamar su mensaje de amor y gracia al mundo.
Reflexión Corta: El Eco de la Promesa
Hechos 3:20 resuena en nuestros corazones como el eco de una promesa cumplida. Al reconocer a Jesucristo como el Salvador esperado, sentimos el peso de la redención que nos libera de nuestras cargas y nos envuelve en un abrazo de amor divino. Este versículo nos impulsa a compartir esa luz y esperanza, recordándonos que cada vida tocada por su gracia es un testimonio activo de su presencia en el mundo. No solo somos receptores de su amor, sino también emisores de su mensaje; se nos confía la responsabilidad de anunciar la buena noticia que transforma y da vida.
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