Explicación de Génesis 38:5

En el libro de Génesis, capítulo 38, encontramos un relato que puede parecer irrelevante a simple vista, pero que nos enseña importantes lecciones acerca de la vida y la familia. El versículo en cuestión es Génesis 38:5, que dice así: "Volvió a concebir y dio a luz un hijo, al que llamó Sela. Ella se hallaba en Quezib cuando lo dio a luz".

Para entender mejor este versículo, es importante conocer el contexto en el que se encuentra. La historia de Judá y Tamar en Génesis 38 es una de las más intrigantes y sorprendentes de toda la Biblia. En resumen, Judá, uno de los hijos de Jacob, se separa del resto de su familia y se casa con una mujer cananea. De esta unión nace Er, quien luego de casarse con Tamar, muere sin dejar descendencia. Según la ley de aquel tiempo, Judá tenía el deber de casar a su hijo menor con Tamar para que tuviera un hijo en nombre de su difunto esposo. Sin embargo, cuando el segundo hijo también muere, Judá se niega a cumplir con su deber y Tamar decide tomar medidas extremas.

Tamar se disfraza de prostituta y seduce a Judá, quien le promete una cabra como pago por sus servicios. Cuando Judá se da cuenta de que Tamar está embarazada, ordena que sea quemada viva por adulterio. Sin embargo, Tamar le presenta la prueba de que el padre es él mismo y, avergonzado por su pecado, reconoce su culpa y se arrepiente.

En medio de toda esta historia, nos encontramos con el versículo de Génesis 38:5. Después de dar a luz a dos hijos (Pérez y Zéraj) fruto de su unión con Judá, Tamar vuelve a quedarse embarazada. Esta vez, da a luz a un hijo al que llama Sela. El lugar en el que se encuentra (Quezib) no es mencionado en ninguna otra parte de la Biblia y no sabemos si es un lugar real o figurativo.

Lo interesante de este versículo es que nos muestra que, a pesar de todo lo que Tamar tuvo que pasar para conseguirlo, ella siguió adelante con su vida y su familia. La llegada de Sela es como una segunda oportunidad, una luz de esperanza que Dios le da para continuar su camino. En nuestra propia vida, podemos sentirnos a veces como si no hubiera solución para nuestros problemas, pero debemos recordar que Dios siempre nos da una segunda oportunidad y nos ayuda a seguir adelante.

Por otro lado, el hecho de que Tamar vuelva a concebir después de haber tenido dos hijos previos, también nos enseña la importancia de la familia y la procreación en la cultura bíblica. La descendencia era vista como una bendición divina y la infertilidad como una maldición. Tamar estaba dispuesta a hacer todo lo posible para tener un hijo y continuar la línea familiar. En nuestra vida moderna, podemos valorar y apreciar igualmente la importancia de la familia y la procreación, recordando siempre que es Dios quien nos da la vida y la oportunidad de formar una familia.

En conclusión, el versículo de Génesis 38:5 nos muestra que Dios siempre nos da una segunda oportunidad, que la familia es una bendición divina y que debemos valorarla y protegerla. Aprendamos de la historia de Tamar y sigamos adelante con nuestras vidas, confiando en que Dios está con nosotros en todo momento y nos ayuda a superar los obstáculos que se nos presentan.