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Estudio del Versículo 8, Capítulo 22, Libro de Apocalipsis del Nuevo Testamento de la Biblia. Autoría: Juan.
Versículo Apocalipsis 22:8 en la Biblia
‘Yo, Juan, soy el que oyó y vio estas cosas. Después que las hube oído y visto, me postré a los pies del ángel que me mostraba estas cosas, para adorarlo.’
Apocalipsis 22:8
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¿Qué significa Apocalipsis 22:8?, su importancia y las enseñanzas que podemos aprender de este versículo:
Apocalipsis 22:8 - La importancia de la adoración
El contexto histórico
El libro del Apocalipsis fue escrito por Juan durante su exilio en la isla de Patmos. En este libro se encuentra la revelación de Jesucristo a Juan, en la que se muestra la victoria de Dios sobre el mal y el fin del mundo tal como lo conocemos. Es un libro lleno de simbolismos, visiones, y profecías.
La adoración en la Biblia
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En la Biblia, la adoración se considera un acto de rendición y sumisión a Dios. Consiste en honrar, exaltar, y reverenciar a Dios por quién es y lo que ha hecho por nosotros. La adoración puede ser expresada de diversas maneras, como cantando, orando, o postrándose ante Él.
La experiencia de Juan
En el versículo 8, Juan relata su experiencia al ver y oír las visiones del Apocalipsis. Después de haber visto y oído cosas asombrosas, se postró ante el ángel que le mostraba las visiones, con el fin de adorarlo.
Sin embargo, el ángel rechaza la adoración de Juan y le dice que sólo Dios debe ser adorado. El ángel es un ser celestial, pero no es Dios. De esta manera, el ángel le enseña a Juan la importancia de adorar únicamente a Dios.
La aplicación en nuestra vida
La adoración es un componente esencial de nuestra relación con Dios. A través de la adoración, nos acercamos a Dios y lo reconocemos como el centro de nuestras vidas. Al adorar a Dios, reconocemos su poder, su amor, y su majestuosidad.
Sin embargo, debemos tener cuidado de no adorar a personas, ángeles, o cualquier otra entidad que no sea Dios. La adoración debe ser reservada exclusivamente para Él.
En conclusión, el versículo de Apocalipsis 22:8 nos enseña la importancia de la adoración a Dios. Debemos reconocer nuestro lugar ante Él, postrarnos ante su grandeza y acercarnos a Él en adoración. La adoración nos permite tener una relación más cercana con Dios y reconocerlo como el centro de nuestras vidas.
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