Explicación de Salmos 77:9

El libro de los Salmos es una colección de himnos y poesía que abarca las emociones humanas más profundas y variadas en relación con Dios. El Salmo 77 es uno de los muchos que se enfocan en el dolor, la angustia y la desesperación de los seres humanos ante una crisis o un sufrimiento insoportable. En el versículo 9, el salmista plantea una pregunta perturbadora que ha sido tema de discusión y reflexión para muchos creyentes: ¿ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades?

En primer lugar, es importante destacar que el Salmo 77 es un modelo de oración en momentos de desesperación. El autor, Asaf, se encuentra en una situación difícil y se expresa de manera honesta y directa ante Dios, sin disfrazar su dolor o su enfado. La pregunta que formula en el versículo 9 es una de las muchas que surgen en el corazón humano cuando parece que Dios no responde a nuestras peticiones o no interviene en nuestra situación. ¿Por qué Dios no me escucha? ¿Por qué permite tanto sufrimiento en el mundo?

Es interesante notar que la pregunta del salmista no se responde de inmediato. En el versículo siguiente, Asaf comienza a recordar las obras pasadas de Dios, sus maravillas y sus milagros en la historia de Israel. Este tipo de reflexión es una respuesta que puede ayudarnos a superar la crisis cuando sentimos que Dios se ha olvidado de nosotros. Al recordar quién es Dios y lo que ha hecho en nuestra vida o en la de otros, podemos renovar la confianza en su misericordia y su poder para intervenir en nuestra situación.

Otro aspecto interesante de este versículo es el uso de la palabra "piedades", que en otras traducciones se traduce como "compasiones" o "afectos". Esta palabra sugiere que la misericordia de Dios no es solo una cuestión de actos concretos, sino que tiene que ver con su corazón y su amor por nosotros. Es posible que Asaf se esté cuestionando si Dios ha perdido esa compasión o si la está reteniendo por algún motivo. La respuesta, como veremos más adelante en el Salmo, es que la misericordia de Dios es eterna y no depende de nuestras circunstancias o nuestros méritos.

Otra posible reflexión que surge de este versículo es la idea de que a veces nosotros mismos nos encerramos con ira nuestras piedades. Es decir, podemos caer en la trampa de sentirnos indignados o resentidos con Dios porque no hace lo que esperamos. En lugar de abrir nuestro corazón a su misericordia, lo cerramos y nos ponemos a la defensiva. La pregunta del salmista puede servirnos como un llamado a examinar nuestro propio corazón y a pedirle a Dios que nos ayude a liberarnos de cualquier obstáculo que nos impida recibir su amor y su perdón.

En conclusión, el versículo 9 del Salmo 77 plantea una pregunta desafiante que refleja la angustia del ser humano ante el dolor y la incertidumbre. Sin embargo, el propio Salmo nos enseña que esta pregunta no debe llevarnos a la desesperación o la incredulidad, sino a la reflexión y a la confianza en la misericordia eterna de Dios. Al recurrir a la oración, al recuerdo de las obras de Dios y al examen de nuestro propio corazón, podemos superar las crisis y experimentar la paz y la alegría que solo su amor puede brindarnos.