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Explicación del Versículo 16, Capítulo 7, Libro de 2 Crónicas del Antiguo Testamento de la Biblia. Autor: Esdras.
Versículo 2 Crónicas 7:16 en la Biblia
‘pues ahora he elegido y santificado esta Casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.’
2 Crónicas 7:16
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¿Qué significa 2 Crónicas 7:16?, su importancia y las reflexiones que podemos conocer con este verso:
La elección de Dios y la santidad de su casa
Introducción
El segundo libro de Crónicas es una detallada crónica de la historia de Judá y la dinastía davídica. El templo construido por el Rey Salomón es uno de los temas principales de este libro, y en el capítulo 7 se registra un evento esperado por muchos años: la presencia de Dios en su Casa.
El versículo 2 Crónicas 7:16
El versículo que nos ocupa hoy es el clímax de una larga oración del rey Salomón. En ella, el rey dedica el templo al Señor, hablando de la elección de Dios al escoger aquella casa como su hogar en la tierra. La elección y la santificación destacan en este versículo, como una señal de la presencia de Dios en la casa que ha sido construida para Él.
Explorando el texto
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Cada palabra en este versículo es importante y merece una reflexión profunda y significativa en nuestras vidas. Por ejemplo, la palabra "elegido" significa que Dios ha tenido un acto deliberado de elección, seleccionando el templo como su hogar en la tierra. El lado opuesto de la elección divina es el pecado y la maldad que alejan a las personas de la presencia de Dios.
La otra palabra clave en este versículo es "santificado." Este término se refiere a la acción divina de separar algo para un propósito sagrado y exclusivo. En este caso, el templo fue santificado para el uso exclusivo de Dios. La santidad sugiere pureza, perfección moral y un estado libre de pecado y mancha.
En conjunto, estos términos son un recordatorio de la naturaleza sagrada y reservada de la Casa de Dios. La presencia de Dios implica su elección, santidad y presencia continua en el templo.
Cómo puede ayudarnos este versículo
Este versículo es una invitación a reflexionar sobre nuestras vidas y la presencia de Dios en ellas. Al igual que el templo, nuestras vidas fueron diseñadas para la presencia de Dios y para un propósito sagrado. Sin embargo, a menudo permitimos que el pecado y la mundanalidad distorsionen nuestras vidas y nos alejen de la presencia de Dios.
Este versículo es un recordatorio de que Dios todavía elige y santifica, y que su presencia está disponible para nosotros. Debemos responder a esta elección y santificación con arrepentimiento, humildad y un llamado a consagrar nuestras vidas a Dios.
Aplicación para nuestras vidas
¿Cómo podemos aplicar este versículo en nuestras vidas hoy? Podemos comenzar por mirar nuestras vidas como si fueran un templo donde la presencia de Dios habita. Debemos considerar la elección y la santificación como una llamada a la pureza moral y espiritual. Esto significa que debemos vivir una vida de arrepentimiento constante, un compromiso diario con la santidad y la búsqueda de la presencia de Dios en nuestras vidas.
Es muy alentador saber que Dios elige y santifica aquellos lugares y personas a los que quiere llamar suyos. En cualquier lugar donde se sienta la presencia de Dios hay santificación, pureza, amor y paz. Es importante mantener este nivel de conciencia en nuestras vidas, para que podamos vivir en comunión con el Señor y llevar su presencia a los demás.
Conclusión
El versículo de 2 Crónicas 7:16 es una poderosa declaración de la elección divina y la santidad que Dios exige en su casa. Refleja una visión de la presencia de Dios en nuestras vidas, llamándonos a una profunda reflexión y consagración a su servicio. Como creyentes, debemos recordar que nuestras vidas son un lugar donde la presencia de Dios habita y por lo tanto debemos buscar la santidad y la pureza constantemente.
La Presencia de Dios: Reflexión Corta sobre 2 Crónicas 7:16
En la quietud de nuestro ser, recordemos que somos templos elegidos y santificados por Dios. Este versículo nos invita a abrir los corazones y dejar que su luz penetre en cada rincón de nuestras vidas. Al hacerlo, transformamos nuestra existencia en un refugio sagrado, donde la presencia divina no solo nos llena de paz, sino que también nos impulsa a vivir con propósito y amor. Al recordar que somos portadores de su santidad, surge en nosotros un anhelo profundo de vivir en plenitud, reflejando su gloria a cada paso que damos.
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