Explicación de Marcos 6:47

El evangelio de Marcos nos presenta una escena que resulta bastante inusual. En el capítulo 6, nos cuenta cómo Jesús había realizado la multiplicación de los panes y los peces, y después de esto, mandó a los discípulos a que se subieran a una barca y se dirigieran hacia el otro lado del mar de Galilea. Mientras tanto, él se quedó en tierra para retirarse a un lugar solitario y orar.

Pero llegada la noche, la barca estaba en medio del mar y Jesús seguía solo en tierra. Esta situación puede ser vista desde diferentes perspectivas, y cada una de ellas nos ofrece una lección distinta.

En primer lugar, podemos destacar que la barca y el mar son símbolos importantes en el Nuevo Testamento. La barca (que en griego se llama "ploion") representa a la Iglesia, es decir, a la comunidad de los seguidores de Jesús. Y el mar simboliza el mundo, con todas sus dificultades y peligros. Por tanto, la imagen de la barca en medio del mar nos muestra a la Iglesia enfrentando las adversidades del mundo.

Pero, ¿qué significa que Jesús estuviera solo en tierra? Podemos interpretarlo como un recordatorio de su condición divina. Él es el Hijo de Dios, el Mesías, y como tal, está por encima de la creación. Mientras la barca estaba sacudida por el viento y las olas, Jesús permanecía firme en tierra, en su propia naturaleza divina.

Ahora bien, ¿qué lecciones podemos extraer de este versículo para nuestras vidas? En primer lugar, podemos reflexionar sobre la importancia de tener fe en medio de las adversidades. La barca, que representa a la Iglesia, está en medio del mar, es decir, en un lugar inestable y peligroso. Pero Jesús no abandona a sus discípulos: aunque parece que está lejos, sigue velando por ellos. Aquí podemos recordar las palabras de Jesús en el evangelio de Mateo: "Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20).

En segundo lugar, podemos reflexionar sobre la condición divina de Jesús y cómo esto nos da seguridad y consuelo. En momentos de incertidumbre, es importante recordar que Jesús es el Hijo de Dios, y nada puede separarnos de su amor. Como dice san Pablo en su carta a los Romanos: "Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo futuro, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Rm 8, 38-39).

En conclusión, el versículo de Marcos 6:47 nos muestra una imagen poderosa y llena de simbolismo. La barca en medio del mar, Jesús solo en tierra; la Iglesia enfrentando las adversidades del mundo, pero con la certeza de que Cristo está siempre con nosotros, velando por nosotros desde su lugar de gloria. En tiempos de incertidumbre y dificultades, podemos encontrar consuelo y esperanza en la fe.