Explicación de Juan 10:26

Juan 10:26 es un versículo interesante que nos lleva a reflexionar sobre la fe y la salvación en Cristo. Jesús nos enseña que aquellos que no creen en él es porque no son parte de su rebaño, refiriéndose a sus seguidores y creyentes que han aceptado su mensaje.

Entonces, ¿qué significa ser parte del rebaño de Jesús? En los versículos anteriores, Jesús nos describe la relación que tiene con sus seguidores, comparándola con el pastor que cuida a sus ovejas. Él nos asegura que él es el buen pastor que da su vida por las ovejas (Juan 10:11) y que sus ovejas escuchan su voz y le siguen (Juan 10:27).

Tienes dudas? pregunta aquí:

(o continúa leyendo)

Preguntar

Quieres leer sin estos anuncios? Toca aquí para quitarlos.

En este sentido, ser parte del rebaño de Jesús significa aceptarlo como nuestro defendido y guía, escuchando su voz y siguiendo sus enseñanzas. Es un compromiso de fe y de vida, que debe reflejarse en todo lo que hacemos y decimos.

¿Y por qué algunos no creen en Jesús? La respuesta está en el libre albedrío que Dios nos ha dado. Al igual que las ovejas pueden seguir al pastor o alejarse de él, los seres humanos también podemos decidir si seguimos a Jesús o no. Jesús nos invita a creer en él y en su mensaje, pero es nuestra elección personal hacerlo o no.

Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar este versículo en nuestra vida diaria? Primero que nada, debemos reflexionar sobre nuestra fe en Jesús y en su mensaje. ¿Realmente creemos en él como nuestro salvador y guía? ¿Estamos siguiendo sus enseñanzas en nuestra vida cotidiana?

También podemos hacer una revisión de nuestras acciones y actitudes hacia las demás personas. Como parte del rebaño de Jesús, debemos reflejar su amor y compasión hacia los demás, especialmente hacia aquellos que están alejados de la fe. Debemos ser luz en el mundo y atraer a otros hacia Cristo con nuestro ejemplo.

En conclusión, Juan 10:26 nos recuerda que la fe en Jesús es una elección personal, pero también un compromiso de vida. Ser parte de su rebaño significa seguir sus enseñanzas y reflejar su amor hacia los demás. A través de nuestro ejemplo y nuestra fe, podemos atraer a otros hacia Cristo y ser testimonio de su salvación.