La unción es un término que en el contexto bíblico abarca una marcada consagración y empoderamiento proveniente de Dios. Se relaciona con la presencia y el trabajo del Espíritu Santo en la vida del creyente, manifestando el poder y la guía divina en diversas circunstancias. Para comprender cómo un hijo de Dios puede obtener la unción, es esencial explorar las enseñanzas bíblicas y aplicar los principios espirituales revelados en las Escrituras.
La Llamada a la Santidad
En el libro de Levítico, se hace mención a la importancia de la santidad como requisito para estar en presencia de Dios: «Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo» (Levítico 19:2). La unción comienza con un corazón dispuesto a buscar la santidad y a vivir apartado para Dios. Solo así podemos ser verdaderos portadores de su unción, y reflejar el carácter de Cristo en nuestro diario vivir.
La Oración y la búsqueda de Dios
La oración es el canal de comunicación que nos permite entrar en intimidad con el Creador. En el libro de Santiago, se afirma que «la oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5:16). Al dedicar tiempo en oración y meditación de la Palabra, estamos abriendo nuestro corazón a una mayor comprensión espiritual y a la recepción de la unción que fluye del trono de gracia.
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La Fe y la Dependencia de Dios
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La unción está íntimamente ligada a la fe. Como se relata en Hebreos, «sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6). Al creer en las promesas de Dios y depender completamente de Él, nos posicionamos para recibir su empoderamiento. La fe nos lleva a entender que no es por nuestras propias fuerzas, sino por el Espíritu de Dios que opera en nosotros.
La Sumisión a la Autoridad Espiritual
En la historia bíblica, vemos la unción siendo transferida a través de la sumisión a la autoridad espiritual. El profeta Eliseo recibió una doble porción de la unción de Elías al servirle y honrarle. Del mismo modo, los creyentes deben reconocer y honrar la autoridad espiritual establecida por Dios para poder fluir en una unción que confirma y establece el propósito divino en sus vidas.
La unción es un regalo divino dado a aquellos que sinceramente buscan a Dios y se disponen a ser instrumentos de su gloria. Al aplicar estos principios bíblicos y facilitar un corazón rendido al Espíritu Santo, experimentamos una vida transformada y capaz de impactar a otros con el poder del evangelio. Que nuestra aspiración constante sea caminar en el poder de la unción que proviene del Altísimo, cumpliendo así la gran comisión que nos ha sido encomendada.
