Explicación de Hechos 3:13

Hechos 3:13 - La glorificación de Jesús por el Dios de Abraham, Isaac y Jacob

Contexto y significado del versículo

En el Libro de los Hechos de los Apóstoles, el capítulo 3 describe cómo Pedro y Juan curan a un cojo en el templo de Jerusalén y cómo aprovecharon la oportunidad para predicar el Evangelio a la multitud que se había reunido allí. En medio del discurso, Pedro se refiere al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, llamándolo el Dios de nuestros padres, y afirma que este Dios ha glorificado a su Hijo Jesús.

Este versículo es muy importante en la teología cristiana porque demuestra la continuidad entre el Dios que adoraban los patriarcas del Antiguo Testamento y el Mesías que ellos esperaban que llegara. Pedro, quien estaba hablando a un público principalmente judío, les recordó que el Dios que ellos adoraban y que se habían comprometido a seguir en el pacto del Sinaí, había enviado a Jesucristo como su Salvador.

Pedro también señala que Jesús fue entregado y negado delante de Pilato, el gobernador romano que tenía la autoridad para liberarlo o condenarlo a muerte, y que Pilato había resuelto ponerlo en libertad. Esta es una afirmación condensada del evento más amplio de la crucifixión de Jesús, una de las verdades fundamentales del cristianismo.

Dudas y preguntas frecuentes

¿Por qué Pedro cita a los patriarcas del Antiguo Testamento en su discurso?

Pedro estaba hablando a una audiencia principalmente judía que reconocería a los patriarcas como figuras importantes en su historia y religión. Al llamar al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Pedro establece un vínculo entre las expectativas mesiánicas de los judíos y la realidad de Cristo como el Mesías enviado por Dios.

¿Por qué se menciona que Pilato quería liberar a Jesús?

La mencionada sobre Pilato se encuentra en este versículo para mostrar que el juicio de Jesús fue injusto desde la perspectiva de la justicia humana. Pilato se dio cuenta de que Jesús no había cometido ningún delito y trató de liberarlo, pero fue obligado por la presión política y religiosa a condenarlo a muerte de todas formas.

Reflexiones sobre el versículo

Este versículo debe recordarnos que el Dios que adoramos y que ha trabajado en nuestra historia es el mismo Dios que ha revelado a Jesucristo como su Hijo y Salvador. Dios ha estado actuando en la historia humana desde su creación y, aunque Jesús fue entregado y condenado a muerte por los hombres, Dios usó ese evento para glorificar su nombre y rescatar a la humanidad del pecado y la muerte.

Al reconocer que el Dios de nuestros antepasados ha enviado su Hijo para la salvación del mundo, debemos tomar en cuenta que nuestra fe es una continuación de una tradición que ha estado en desarrollo durante milenios. En lugar de descartar el Antiguo Testamento como algo obsoleto o irrelevante, debemos verlo como una parte integral de nuestra historia y la guía para nuestro camino espiritual.

Aplicación práctica

Como cristianos, debemos seguir el ejemplo de Pedro y compartir el evangelio de Jesús con los demás, explicando cómo la historia de la humanidad ha sido transformada gracias a su vida, muerte y resurrección. Del mismo modo, debemos reconocer que somos parte de una historia y una comunidad más grande, y nutrir nuestra fe con los escritos y enseñanzas de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Podemos aplicar lo que aprendemos de este versículo a nuestras vidas diarias al reconocer que la obra de Dios continua en este mundo a través de su Espíritu Santo, y que tenemos la responsabilidad de llevar ese trabajo adelante en nuestro propio tiempo y lugar. En este sentido, debemos ver nuestras vidas como parte de la historia de la humanidad y trabajar para hacer una diferencia positiva en el mundo que nos rodea, siguiendo el ejemplo de Jesús.